Roma

7 Dec

La película más personal de Alfonso Cuarón es al mismo tiempo la más explosiva emocionalmente, quizás porque esta vez no está presente la parafernalia técnica y tecnológica de sus trabajos pasados, como en las joyas que todos conocemos: Prisioner of Azkaban, Children Of Men y Gravity, que a partir de Y Tu Mamá También, realmente le ha dado a Cuarón su fama internacional, más como un mago de la técnica cinematográfica, que como un gran, digamos, cuenta-cuentos, un gran cronista de la condición humana. En Roma, Cuarón tomó las riendas del proyecto como nunca lo había hecho, ya sabemos que dirigió, fue el director de foto (o sea tomó la cámara y casi filmó todas las escenas con sus propias manos), escribió, editó y casi hasta preparó el catering; pero siendo serios, el tipo filmó en locación en exactamente la misma calle donde vivió en su juventud, en la calle Tepeji, casi esquina con Monterrey, de la Colonia Roma, CDMX (desconozco si en la misma casa); así que mucho de lo que es Alfonso Cuarón, como persona, estuvo investido en esta película, en conjunto con un mensaje más general sobre México y la Ciudad de México, para el resto del mundo, no creo que se le escapara de la mente que esta, a final de cuentas, iba a ser la nueva película, en español y filmada en México, de un ganador del Óscar, y que seguramente se le iba a dar una grande atención mediática.

Aparte de los enredos en la cuestión de la distribución, ya saben, los acuerdos de negocio entre la distribuidora Netflix (Cuarón financió la película y después la vendió a Netflix), y las grandes cadenas de cine a nivel mundial, y sus políticas de los 90 días, etc.; no me gustaría ahondar en esos detalles, pues se han desmenuzado ampliamente en otros medios y solo me quedaría con lo siguiente: las grandes cadenas de cine tienen sus políticas, bastante razonables, pero que tendrán que ser reconsideradas, y tal vez enmendadas, ante la aparición y popularidad de las plataformas de streaming; es así como resumiría aquel tema, básicamente.

María de Tavira como Sofía

Ahora en cuanto a la película en sí, me quedaría corto si digo que cada escena, cada cuadro, es una obra de arte. La composición visual es magistral y, durante dos horas y cuarto, habitamos un tiempo y un espacio muy distinto al nuestro, que puede tener algún significativo personal para ti o no. En mi caso fue divertido ver lo que básicamente fue el mundo de mis papás, que son más o menos de la edad de Cuarón y crecieron en la CDMX; y hubo algunos otros detalles, como volver a ver un Banco Serfín, o ver el Teatro Metropólitan, mi recinto favorito para conciertos en la ciudad, cuando antigua y originalmente era un palacio de cine. La calma de Cuarón por mostrarnos el mundo de sus personajes es distinguible en sus paneos lentos, algunos de 360 grados, para que podamos asentarnos completamente en los ambientes de 1971, como el de la casa de Sofía (María de Tavira) y el Dr. Antonio (Fernando Grediaga), que habitan con sus tres niños y una niña, la abuela (mamá de Sofía) y dos ayudantes domésticas, Adela (Nancy García) y Cleo (Yalitza Aparicio), y el perro de la familia, Borras. Las tomas son a distancia media, estableciendo una separación cómoda entre los sujetos y la audiencia, no hay zoom-ins y close-ups, que nos arrebaten del entorno natural, esto permite que la trama fluya a un ritmo natural.

Vemos el trajín cotidiano de la familia desde el punto de vista de Cleo y el lente nos permite ser silenciosos testigos, como una mosca en la pared, de la dinámica familiar, que se encuentra en problemas ya que el Dr. Antonio hace un supuesto viaje de negocios y que es muy probable que no vuelva, lo cual va desmoronando a Sofía poco a poco, al tiempo que trata de mantenerse estoica para los niños. Por fuera del hogar, Cleo tiene su vida social y un amante, Fermín (Jorge Antonio Guerrero), quién la llevará a tener sus propios desamores y tragedias. Todo esto envuelto por el ambiente socio-político de la época, como las manifestaciones estudiantiles, y la tragedia de la matanza durante la opresión militar conocida como la Matanza del Jueves de Corpus, donde Cuarón reveló en entrevista que se inspiró por una foto en el periódico que vio cuando era niño, donde aparecía uno de los llamados Halcones (grupo paramilitar) persiguiendo a un estudiante, y en el fondo aparecía una mueblería, y la gente se asomaba por las ventanas. Sofía y Cleo encuentran un entendimiento mutuo, Sofía le declara contundentemente: “siempre terminamos solas”, aunque las castas sociales siguen bien demarcadas, y a pesar de que la familia adora a Cleo, no deja de ser la nana de la casa. Cuando la familia se va a Veracruz, sin el Dr. claro, para visitar la playa, Sofía declara que Cleo estará de vacaciones, sin embargo, no deja de estar cuidando a los niños y atendiendo a la familia en sus necesidades.

Cuarón dirigiendo adentro del Metropólitan

Las cuestiones clasistas, o hasta racistas, de la película no son primordiales en Roma, y aunque son bastante notorias las desventajas de Cleo en la sociedad de aquel entonces, Cuarón desarrolla su personaje sin buscar condenar a sus patrones, las vivencias de Cleo vienen a partir de la inspiración original del personaje, Libo, a quién se le dedica la película y que fue la nana de Cuarón por muchos años en su infancia (Libo aparece en algunas escenas de Y Tu Mamá También).

La calidad sublime de la narrativa puede que solo se sienta forzada en raras ocasiones, como cuando ocurre un terremoto mientras Cleo observa a los recién nacidos en el hospital, pero creo que era necesario que el director le inyectara algo de emoción a la trama, finalmente, las desgracias de Cleo se sienten tan reales y desgarradoras, que pueden ser algunas de las escenas más fuertes, emocionalmente hablando, para cualquier espectador. Desconozco si todo eso le pasó a Libo, pero algunas de las libertades ficticias de la historia son a lo que se refiere Cuarón, cuando menciona que la trama es semi-biográfica.

Como referente estético es imposible no pensar en Felini y en Tokyo Story de Yazujiro Ozu, esta última no solo por el blanco y negro, pero por la emoción y drama que se esconde por debajo de una superficie calma y parsimoniosa; también me encontré pensando mucho en Los Insólitos Peces Gato durante el viaje de Cleo y la familia a la playa. El libro “Los Hijos de Sánchez” de Oscar Lewis, con la vida rica, plena, agridulce, de las clases bajas en la CDMX, también se me vino a mente.

Mucho se ha comentado sobre el impresionante diseño del sonido de Roma, es por eso que se recomienda fuertemente ver esta película en el cine, el audio es clave en sumergirnos en la historia, con bits de sonido ambiental que lo hace a uno jurar que está en medio de la colonia Roma a mediodía, el sonido de un perro ladrando a la distancia realmente lo hace pensar a uno que hay un perro ladrando afuera del cine, todo esto a pesar de que el sonido de las olas en la playa se me figuró que sonó un poco exagerado, pero realmente es poco lo que uno puede criticar de esta obra.

Cleo y el niño más pequeño

Roma es sin duda la obra maestra de Cuarón, más que una película es un reflejo de las interacciones humanas dentro de un ambiente social que por momentos los sofoca. Puede que se encuentre más acción, más comedia, más suspenso, en otras películas de este año, pero conocer a Roma, se siente como que uno ha conocido a un nuevo amigo para toda la vida.

5 / 5

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